En el año 2024 la Policía Nacional del Perú detuvo a 362 262 personas por cometer presuntos delitos. Pero el Poder Judicial solo encerró a menos del 2 % en alguna de las 68 cárceles el país.
En otras palabras, solo 2 de cada 100 presuntos delincuentes que atrapa la policía y los puso a disposición del Poder Judicial, ingresaron a una cárcel, por lo que, salvo excepciones, los 98 liberados retornaron a las calles para seguir delinquiendo.
Considero que el principal motivo de la criminalidad radica en la ausencia de valores en parte importante de la ciudadanía, fruto de una educación y cultura deficientes.
Este año el Perú ya es uno de los 10 países con mayor índice de inseguridad en el mundo, porque la criminalidad aumenta porque nuestros códigos penal y procesal son muy generosos con los delincuentes, propiciando que los jueces solo encarcelen al 2 % los presuntos delincuentes.
La actual presidenta del país es líder de esta nefasta política, al respaldar leyes que, bajo el manto del humanismo, nos empujan al abismo, como la norma que limita las detenciones solo para los delincuentes encontrados en flagrancia.
Y sumemos a ello, la escasa predisposición de un porcentaje importante de magistrados para buscar y encontrar responsabilidades penales en delincuentes que tienen asesorías legales propicias. Así como la carga procesal existente en la mayoría de los despachos judiciales.
Dejo para el final, un tema espinoso y complejo. En las 68 cárceles del Perú hay 99 600 presos, cuando la capacidad máxima de los penales es de 52 966, por lo que el hacinamiento supera el 136 %. Pregunta: si por un lado lamentamos que los jueces solo encarcelen a menos del 2 % de los 362 262 detenidos durante el año 2024, ¿dónde se encerraría a una población mayor?
Nosotros pagamos mensualmente 24 millones de soles por la alimentación de los 94 632 presos peruanos y 4968 extranjeros. Y considerando que el Gobierno destina al año 1090 millones de soles para atender la población carcelaria, encerrar a más delincuentes, implica multiplicar presupuestos para construir más cárceles.
Finalmente, no olvidemos que el mejor aliciente para los delincuentes son los gobiernos débiles, incapaces y fatuos. Ojalá que nuestros siguientes gobernantes tengan la estatura de estadistas que tanto necesita nuestra querida Patria.
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