En las últimas horas, el Ejército capturó a un grupo de sujetos por actividades terroristas. Se trata de elementos muy jóvenes con edades que no pasan de los 25 años. Así mismo, parte de los detenidos son familiares de la cúpula que dirige las huestes narcoterroristas en el Vraem, dígase la familia Quispe Palomino.
De esta forma, resulta preocupante lo que están haciendo desde las facciones terroristas que se niegan a desaparecer de nuestro territorio. Quieren perennizar su discurso al adoctrinar a nuevas generaciones con las ideas tan equivocadas de conseguir sus objetivos mediante la ola de violencia que golpeó nuestro país desde la década de los 80.
Este no es el único caso que ejemplifica esta peligrosa tarea de los mandos terroristas. Hace algunas semanas fuimos testigos cómo se capturó a un sujeto que adoctrinaba nada más y nada menos que a niños que ni llegaban a los 10 años. Además se reveló que el mencionado detenido estaba inscrito en una agrupación política perteneciente a César Acuña Peralta, gobernador regional de La Libertad y fundador de la Universidad César Vallejo.
Cierto es que no existe el suficiente control para saber si existen más casos como este. Sin embargo, este hecho resulta preocupante en el extremo de saber lo camuflados que pueden estar elementos terroristas en diferentes estamentos de la sociedad con la finalidad de captar nuevos integrantes de sus huestes y seguir desangrando al país en medio de la crisis que ya vive por diversos factores.
Hechos como la captura de los ‘herederos’ de los Quispe Palomino y del sujeto adoctrinador de Trujillo deben representar una muestra del avance que tiene la Policía Nacional del Perú para evitar que el terrorismo se extienda, y por el contrario, desaparezca por fin de la sociedad peruana. Ojalá que nuestras autoridades también lo entiendan así.