El descolorido disfraz que grupos políticos poderosos usaron durante muchos años, seguramente, será guardado, luego de las próximas elecciones del año 2026, como un amuleto que volverán a colocar en sus vitrinas de campaña, en un futuro que parecía impredecible e incierto, pero que, a pocos meses de las elecciones, ya lo vemos casi definido.
En el anterior comentario, escribimos que los grupos familiares encubiertos con la elegante denominación de movimientos o partidos políticos, desde que Castillo llegó al poder, ya empezaron a “trabajar”, aprovechando la fragilidad de aquel hombre que no sabía diferenciar entre lo que es ser dirigente de un gremio y lo que significa ejercer el mandato de presidente de Perú. El desconocimiento casi total sobre gobernabilidad, sin haber leído siquiera los indicadores generales del ideario del grupo fundado por el, aún inubicable Cerrón, se aventuró a jugar de presidente - hecho que, ojalá nunca se repita- fue aprovechado al máximo por los grupos de extrema derecha, para ir recuperando terreno.
Capturar a las entidades y poderes del Estado: Ejecutivo, legislativo, Judicial, Ministerio Público, Junta Nacional de Justicia, Tribunal Constitucional y, ahora, probablemente hasta el Jurado Nacional de Elecciones, amén de los altos mandos de la Policía y Fuerzas Armadas, no es una labor improvisada; ha sido astutamente planificada.
El título de este comentario, proviene de un vistazo rápido, a los recientes acontecimientos, protagonizados por el Congreso, a partir de la vacancia de la señora Boluarte, la renuncia del alcalde de Lima, para postular a la presidencia del Perú, la renuncia del gobernador de la Libertad - el archimillonario del norte - y, ahora, que el Tribunal Constitucional, deja sin efecto las acusaciones en contra de la dueña del partido Fuerza Popular, nos anticipa que será la ultra derecha que se instale en el poder, ¿quién sabe por cuántas décadas?
Si se tratase solo del modelo económico, de los principios ideológicos de estos políticos, no hay nada de malo; lo que ocurre es que cada una de estas agrupaciones, tienen pendientes los esclarecimientos de sus ilícitos ante el soberano que es el pueblo del Perú. Y no es que haya intolerancia, resentimiento, animadversión a quienes disfrutan de su poder económico.
Es, simplemente, la obscuridad de sus hechos, los métodos de liquidar a los opositores. En nuestro país, pese a la polarización, el panorama ya está definido; sería excelente si todo fuese en buena lid. Pero no es así, por lo menos ya crearon una densa niebla de dudas. ¿Será que todo está consumado?