En los últimos días resurgió una polémica por el servicio de taxis colectivos en diversas zonas de la capital de la república. Los transportistas formales han puesto el grito en el cielo ante la posibilidad lanzada por algunos sectores de darles la autorización a unidades pequeñas para brindar el transporte urbano.
Aunque desde el Gobierno ya se ha mostrado la voluntad de no permitir esta propuesta y de igual forma se ha respondido desde la autoridad municipal, lo cierto es que no hubiéramos llegado a este escenario si es que se hubieran tomado medidas concretas en su momento para la reforma del transporte urbano.
El caso de Lima y la propuesta de legalizar los taxis colectivos no es el único, pues en Arequipa llevamos cerca de 15 años debatiendo propuestas para reformar el transporte.
Han pasado al menos cuatro gestiones municipales y muy poco se ha avanzado para implementar reformas en beneficio de la ciudadanía.
Lamentablemente existen muchos intereses detrás de la formalización del transporte urbano. Incluso desde el Congreso no se ha mostrado una posición consensuada y clara para lograr que el servicio sea el más adecuado que necesitan los usuarios.
Además, hay legisladores interesados en que se autorice, por ejemplo, el servicio de los denominados colectivos a cambio, solo ellos lo saben, de algún beneficio.
Ante esta situación esperemos que más adelante en Arequipa no se termine llegando a esta polémica y podamos empujar juntos el tema de la formalidad para gozar de un servicio útil.
Necesitamos un transporte eficiente, cómodo y con precios justos para el poblador que día a día lucha por salir de la crisis.