Por mi formación profesional, ingeniero y aficionado a la matemática, soy una persona que cree en los resultados de las encuestas. Los resultados son consecuencia de las preguntas y las preguntas, cómo no, pueden ser de carácter abierto o cerrado de tal forma que direccionen la respuesta. Pero ese no es el caso de la reciente encuesta de Ipsos Apoyo que acaba de publicar Perú 21.
Con tarjeta, es decir mencionando los nombres de los precandidatos a la presidencia de la república, ha arrojado resultados predecibles que deben haber causado mucha preocupación en más de un partido empezando por el fujimorismo ¿Por qué Fuerza Popular? Porque a pesar de los esfuerzos de su bancada en mostrarse cercano al gran público no superan el estancamiento alrededor del 10% que los acompaña hace varios años. Así no van a llegar a ninguna parte. Lo mismo se puede decir del alcalde de Lima Rafael López Aliaga. A pesar de su sobrexposición en medios, con las justas alcanza un 4% de intención de voto, la mayor parte concentrada en Lima. En provincias solo un magro 2% lo acoge.
Un factor predecible lo constituye Carlos Álvarez. Apoyado en un trabajo constante en redes sociales, el popular cómico ha logrado construir una imagen de oposición respecto a Dina Boluarte, lo cual ya lo diferencia de Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga y César Acuña que son percibidos como oficialistas. Si a eso se le agrega un notable y diferenciado discurso en contra del ministro Juan José Santivañez, pues allí se ve la demostración de una vieja máxima política: la sintonía con las necesidades del pueblo, en política, siempre pagan.
Luego hay un pelotón de personas que no se convencen que han sido sobreestimados, sean por los medios de comunicación, sea por ellos mismo. Desde exministros hasta congresistas en ejercicio, pasando por personas que han salido del reposo, de la retaguardia política, simplemente no existen. El ego que los impulsaba al autoengaño debe haber quedado ahogado ante la fuerza de la realidad. Son como 25, entre todos suman 9%, es decir menos de medio por ciento por candidato. Algo muy difícil de superar sobre todo faltando quince meses para las elecciones.
No faltarán las excusas: tenemos nuestras propias encuestas, esa encuesta es comprada, las mías dicen que estamos mejor. En fin. No faltaran. Es propio del folklore nacional.