La semana pasada escribía que el desarrollo del turismo de playa en las costas de Arequipa, incluyendo playas como Mollendo, Mejía y Camaná, tiene un gran potencial para convertirse en un motor económico y cultural para nuestra región. Pero, previo a ello, se deben desarrollar y potenciar algunos aspectos.
La infraestructura turística es fundamental para mejorar la experiencia y satisfacción del turista. Es esencial invertir en alojamientos, restaurantes y transporte en las playas de Arequipa. Además, la diversificación de actividades recreativas, como deportes acuáticos y ecoturismo, puede atraer a diferentes tipos de turistas, no solo a los jóvenes en busca de diversión. También es importante considerar al turista de tercera edad que busca relajación. Al ofrecer una variedad de actividades, se puede aumentar la demanda turística y asegurar la rentabilidad de las inversiones.
Tanto la infraestructura como la diversificación de actividades turísticas son la base; pero se puede y debe pensar en potenciar algunas más, como por ejemplo la organización de eventos culturales. La teoría del turismo sugiere que los eventos pueden actuar como atracciones (temporales, es cierto) que aumentan la visibilidad de un destino. En las playas de Arequipa, se deben organizar festivales de música, competencias deportivas, y celebraciones culturales que resalten la riqueza y diversidad de la región. Estos eventos no solo atraen a turistas locales e internacionales, sino que también fomentan un sentido de comunidad y orgullo local.
Con la llegada de más turistas se podría incrementar la oferta gastronómica de la costa. La gastronomía y la cultura son componentes esenciales del turismo experiencial. Las playas de Arequipa, conocidas por sus productos hidrobiológicos frescos y platos tradicionales, pueden aprovechar su riqueza culinaria para atraer a los amantes de la buena comida. Promover la gastronomía local a través de festivales culinarios y mercados de comida enriquece la oferta turística y proporcionar una experiencia auténtica e inmersiva. Además, la integración de la cultura local en la oferta turística, mediante la promoción de artesanías, por decir algo simpe, ofrece a los turistas una comprensión más profunda de la identidad regional. Incluso, pensando más atrevidamente, se podrían rescatar platos tradicionales y costumbres un poco olvidades de las ciudades costeras que están un tanto alejadas del mar.
En definitiva, hay numerosas oportunidades para la innovación; no se trata de reinventar la pólvora, sino de observar las experiencias exitosas de turismo de playa en otros países. Para lograrlo, es fundamental la adecuada interacción de tres elementos: una gestión pública eficiente, inversión privada de calidad y compromiso de la ciudadanía para cuidar y mantener lo que se construya e implemente. Es una tarea difícil, pero no imposible.