Escribe: Noelia Zelada Yauri
Nury Valdivia Zavala siempre quiso ser madre. Tiene dos hijos y ellos conocen de cerca la ardua labor de su mamá que es profesora de niños y adultos con discapacidad visual. Su interés por la docencia se afianzó a los 18 años en un voluntariado donde aprendió braille. Después se especializó en ceguera en el extranjero y en 2017 fue finalista en “Maestro que deja huella”.
¿Por qué para usted fue un milagro ser mamá?
Yo me casé a los 23 años y a los 24 quedé embarazada. Recuerdo que no podía embarazarme y pensé que no iba a tener hijos. Le pedí tanto al Señor y fue un milagro, vino mi hijo Renato, la mayor bendición del mundo. Mis recuerdos de esa etapa están intactos, cuando Renato estaba en la barriga a los cinco meses de embarazo, fui a mi primera capacitación en Chile sobre integración escolar, él me dió la fuerza para dedicarme a lo que hago hoy. También con mis hijos chiquitos los llevaba al trabajo, sobre todo en fines de semana, sobre todo a mi hijita Gabrielita, por eso ella es profesora también. Con ellos decorábamos mi salón. También traíamos a mis alumnitos a la casa. Mis hijos siempre estuvieron compenetrados con mi trabajo.
Usted es coautora en el libro “Una visión inclusiva para personas adultas con discapacidad visual” ¿Qué la motivó a escribir?
Cuando tenía 18 años era voluntaria en el Instituto del Niño Ciego. Allí trabajé 12 años, luego me fui a Lima. Cuando regresé a Arequipa entré a trabajar a Cercia, ahora conocido como Crebe UGEL Norte. Aquí vienen personas adultas que perdieron la visión por glaucoma, retinosis pigmentaria o accidentes. Nosotros les enseñamos técnicas de orientación y movilidad del bastón, cómputo, manejo de celulares y habilidades para la vida diaria. Este trabajo lo realizo durante 16 años. Para nosotros los profesores estas experiencias son valiosas y queríamos que se quedaran en un libro.
¿Qué experiencia tuvo con estudiantes con necesidades educativas especiales?
Cuando un niño nace con una discapacidad visual, al comienzo no entienden porque la gente los mira con tristeza o pena, ellos son felices y quieren que los abracen. Para los adultos la situación es más dura, ellos sufren mucho porque perdieron algo que no pensaban perder y sus planes dan un giro de 360 grados. Antes de enseñarles braille hablamos con ellos para que estén bien emocionalmente, para que con tranquilidad pueda aprender su técnica. También les ayuda bastante conversar con otras personas que vivieron lo mismo y lograron superar los obstáculos.