Pese a su temor de no saber cómo ayudar a un joven que quería suicidarse en el puente Grau, Rosa Virginia Ñahui Jaila decidió decirle que a ella le importaba que siga viviendo, palabras que salvaron una vida.
Doña Rosa no iba a dejar que el hijo de nadie falleciera, pues a ella un accidente de tránsito le arrebató la vida a su retoño.
“Me temblaban las piernas, pero me acerqué a él, inicié una conversación. Le dije: si te tiras, me voy a poner triste y las personas que te quieren también. ¿Tú quieres que me ponga triste? El joven, aunque parecía sonreír, respondió que no. Y fue entonces cuando llamé a serenazgo. En ese momento, me sentí aliviada”, agregó Rosa.
El intento de suicidio ocurrió el 9 de enero, la trabajadora edil hoy se siente feliz de impedir una desgracia y salvar al joven de 28 años.
“Pensé en un momento que pudo haber sido mi hijo”; reflexiona doña Rosa.
También se dio cuenta lo fácil que es salvar la vida de las personas. “El ser humano no está preparado para hacer este servicio, quizás porque no hay circunstancias o se cohíbe”, afirma con una sabiduría y amor al prójimo.