Escribe Dante Zegarra López.
Juan de la Torre nació hacia 1500 en Villagarcía de la Torre, Badajoz, en cuna hidalga. Llegó siendo niño a América con su padre, residiendo primero en la Española y luego en Puerto Rico.
Heredó bienes y prosperó como comerciante y alguacil mayor del Santo Oficio. Sin aviso ni escándalo, dejó esposa, hijo y negocios para alistarse en la empresa del Perú junto con Pizarro, Almagro y Luque.
Fue uno de los “Trece de la fama” que no abandonaron a Pizarro en la isla del Gallo. Participó en los tres viajes descubridores, fue veedor real y maestre de campo, y detectó a tiempo el motín frustrado de Hernando de Soto.
Sin embargo, acusado injustamente de injuriar a Pizarro, fue torturado, mutilado y desterrado.
Años después, Pizarro le pidió perdón y De la Torre regresó a servirle con lealtad.
Participó en las fundaciones de Arequipa y defendió la causa real en todas las rebeliones.
En un acto dramático, entregó a la justicia a su propio hijo, implicado en una sublevación, priorizando la fidelidad al rey.
Fue alcalde de Arequipa y teniente de corregidor, acumuló encomiendas y fortuna.
Contrajo matrimonio tres veces. Sus últimos años los vivió en recogimiento casi místico.
Murió en Arequipa en 1580, dejando una huella moral y política indeleble en la historia peruana.