La biblioteca de Moho, ubicada en plena plaza de Armas de esta localidad puneña, permanece cerrada a pesar de contar con más de 3000 libros especializados en literatura, ciencia e historia.
El espacio, que debería ser un punto de encuentro para fomentar la lectura, se encuentra inoperativo por una causa insólita: el encargado no deja a nadie a cargo para atender a los usuarios.
Los pobladores, visiblemente molestos, han denunciado la situación y afirman que ni siquiera hay un letrero visible en el exterior que invite a ingresar a la biblioteca.
A pesar de la preocupación ciudadana, el alcalde de la Municipalidad Provincial de Moho, Roger Añamuro Quispe, no se pronuncia hasta el momento y, según los vecinos, no toma medidas para resolver el problema.
El descontento aumenta al descubrir que dentro de la biblioteca funciona actualmente la Unidad de Promoción de Educación, Cultura y Deporte. Esta coexistencia de funciones genera incomodidad entre quienes desean leer, pues el ruido y la actividad administrativa dificultan la concentración. Este medio pudo verificar en el lugar que las puertas continúan cerradas, sin atención al público.
La biblioteca de Moho no es solo un espacio físico para almacenar libros, sino un símbolo del acceso a la educación y la cultura.
Su cierre refleja una preocupante desidia institucional. En un país que aún lucha por garantizar educación de calidad para todos, mantener una biblioteca cerrada es un retroceso que afecta directamente a la formación de los ciudadanos.