En un giro inesperado que sacude el escenario judicial peruano, José Miguel Castro, exgerente municipal de Lima y colaborador eficaz en el caso Lava Jato, fue hallado muerto en su vivienda de Miraflores, en lo que las autoridades investigan como un posible suicidio o asesinato. El cuerpo fue encontrado en el baño, con un corte de 14 centímetros en el cuello y dos cuchillos a su costado, uno de pan y otro de cocina, según el informe preliminar de la Policía Nacional del Perú.
Castro desempeñó un rol clave en la gestión de Susana Villarán (2011–2014) y en la trama de presuntos aportes ilegales de Odebrecht y OAS para financiar la campaña del "No" a la revocatoria. Desde hace meses, cumplía arresto domiciliario, tras la orden de un juez, y había brindado declaraciones comprometiéndose con la justicia en calidad de colaborador eficaz. Su testimonio era considerado crucial para los avances en el caso.
COINCIDENCIAS. Este hecho, sin embargo, no es aislado. De acuerdo con una investigación de Perú21, la muerte de Castro presenta inquietantes similitudes con la del empresario Nilo Burga Malca, implicado en un caso de corrupción vinculado al programa Qali Warma. Burga fue encontrado sin vida el 25 de diciembre de 2024 en un hotel, con heridas de cuchillo, toallas verdes ensangrentadas y una carta de aparente suicidio. Algunos de estos elementos se repiten en la escena de Castro.
"Es urgente que se evalúe el nivel de protección que se otorga a los colaboradores eficaces en procesos de alto impacto", indicó un exfiscal consultado por medios locales. La hipótesis de un suicidio, inicialmente mencionada, comienza a desdibujarse ante la existencia de patrones comunes en ambos casos que involucran a testigos clave de investigaciones delicadas.