La inestabilidad política se ha convertido en una constante en el Perú durante la última década, al punto de redefinir la relación entre el poder y la ciudadanía. Así lo expone un reciente informe de France 24, que analiza cómo el país pasó de una alternancia democrática a una sucesión de gobiernos marcados por confrontaciones, censuras y rupturas institucionales. El símbolo más elocuente de esta realidad es la figura del artesano que confecciona las bandas presidenciales: siempre debe tener una lista, ante la posibilidad de un nuevo cambio en Palacio de Gobierno.
El reportaje sitúa el inicio del actual ciclo de inestabilidad en 2016, cuando Pedro Pablo Kuczynski asumió la presidencia con un Congreso dominado por la oposición fujimorista. Desde entonces, la dinámica política se transformó en un permanente pulso de poder, con interpelaciones, censuras y amenazas de vacancia que marcaron la agenda nacional. La destitución de ministros, el bloqueo legislativo y la confrontación constante deterioraron la gobernabilidad y sentaron un precedente de conflicto institucional.
A ello se sumó el impacto del caso Lava Jato, que profundizó la desconfianza ciudadana y erosionó la legitimidad de casi toda la clase política. Según el análisis de France 24, el uso reiterado de mecanismos constitucionales como la vacancia presidencial terminó convirtiéndose en una herramienta de presión política más que en un recurso excepcional. Esta práctica derivó en la caída de Martín Vizcarra, la breve gestión de Manuel Merino y, posteriormente, la destitución de Pedro Castillo, hechos que consolidaron la percepción de un sistema inestable y sin consensos.
El informe también advierte que la figura de la vacancia por “incapacidad moral” se transformó en un arma de uso recurrente, aplicada sin criterios claros y con interpretaciones amplias. Esta situación, según expertos citados, debilitó la institucionalidad democrática y normalizó la idea de que los gobiernos pueden ser removidos sin agotar los mecanismos políticos tradicionales. La consecuencia directa ha sido una ciudadanía cada vez más escéptica y distante de sus autoridades.
De cara a las elecciones de 2026, el escenario descrito por France 24 es el de un país marcado por la fragmentación, la desconfianza y la ausencia de liderazgos sólidos. Con más de treinta aspirantes presidenciales y un electorado desencantado, el desafío no solo será elegir un nuevo gobierno, sino reconstruir la credibilidad del sistema político. El riesgo, advierte el informe, es que la crisis deje de ser una excepción y termine consolidándose como la norma en la vida democrática del Perú.