El 27 de septiembre, un tenso cruce en Juliaca colocó al congresista Héctor Valer (Somos Perú) en el ojo de la tormenta. Un periodista local lo confrontó recordándole que en 2022 y 2023 vinculó a fallecidos en protestas con símbolos comunistas. “A la región de Puno usted la calificó que los protestantes eran de Sendero Luminoso en el Congreso de la república”, reclamó el comunicador.
Valer intentó desmarcarse señalando que “hay una palabra distorsionada ahí” y que solo mostró “la bandera con la hoz y el martillo que representa al comunismo del Partido Comunista Chino y también del Partido Comunista”. Al ser cuestionado por haber colocado fotos de fallecidos junto a esos símbolos, respondió: “Delante, delante, no junto”, justificando su accionar en la pérdida de líderes comunistas en Ayacucho.
La discusión escaló cuando el periodista replicó: “¿Acaso los heridos y los muertos son comunistas? Usted necesita votos ahora”. Valer contestó: “Yo no he venido a pedir votos” y aseguró tajantemente: “Nunca he 'terruqueado' las marchas. Jamás”. Ante la insistencia del comunicador, retrucó: “Entonces, nunca hubiera sido primer ministro de Pedro Castillo”. El episodio culminó en un gesto ofensivo: el parlamentario escupió al reportero, quien respondió indignado: “Eso es una llama”.
El incidente reavivó el debate sobre la trayectoria del legislador de Somos Perú, que pese a sus cuestionamientos, forma parte de la Comisión de Ética. Ya había recibido sanciones: en diciembre de 2021 por vincular a un colega con la corrupción, y en enero de 2022 por expresiones sexistas contra la congresista Vivian Olivos, en ambos casos con 15 días de multa.
A estos antecedentes se suman las denuncias por violencia familiar hechas en 2016 por su hija y en 2017 por su esposa, así como su breve detención en 2022 por un mandato judicial pendiente en Ucayali. Aunque Valer deslizó que esas acciones respondían a intereses de “los dueños de Repsol”, los hechos muestran que la controversia nunca ha dejado de rodear a su carrera política.