Quién no conoce o estuvo en el santuario de la Virgen de Chapi en Polobaya y fue arrebatado por la belleza de su imagen y lo desértico, pero a la vez, misterioso lugar que llama a la reflexión y la oración. Sin embargo, hay aspectos desconocidos sobre la historia y origen de la devoción a esta advocación mariana que este año, después de superada la pandemia de la covid-19, espera recibir 200 mil devotos.
Uno de los fieles devotos de la Virgen de Chapi desde su niñez es Jaime Herrera Valencia, quien cuenta que el sacerdote Alberto Clavell investigó que el nombre de Chapi proviene de la voz nativa que denomina así a los cactus que hay en abundancia y variedad en Polobaya, por lo cual no estaría fuera de lugar llamarla la virgen del cactus.
Aunque también algunos historiadores señalan que la palabra Chapi proviene de las expresiones en quechua “Chaypi, Chaypi”, “Chajchay llallápi” y “Chaj llallápi”, que significan “Aquí nomás”, “Aquí, aquí”, “Hasta aquí”.
La primera ermita (iglesia pequeña) donde recibió culto la Virgen de Chapi fue en el paraje llamado capilla vieja, situado a media hora a pie del actual santuario. Esta ermita actualmente fue reconstruida respetando su aspecto original.
“El personaje de la crónica encontrada de 1884 relata su visita a este lugar y fue sorprendido por la belleza y dulzura de la Virgen, por lo que se compromete a mejorar el lugar de culto y otros devotos que acudían a la fiesta quisieron construirle un lugar más adecuado para ella”, narra Herrera Valencia. Desde el siglo XIX el amor a la patrona de Arequipa es inmenso y hoy en su festividad principal, la devoción hacia ella desborda de júbilo y son recibidos en Polobaya para recibir bendiciones y amor que a muchos les hace falta.